Pégate y dame el teléfono

Todos hemos pasado por esto o conocemos a alguien que le han dicho esa típica frase venezolana la cual nos suelen decir para quitarnos nuestras pertenencias. 

He llegado a pensar que yo tengo un cartel en mi frente que dice “Róbame”, ya que he perdido la noción del tiempo de cuantas veces los motorizados se han regresado para quitarme el teléfono o cualquier cosa que lleve conmigo. A pesar de eso, no me había sentido inspirado para escribir acerca de este tema, y pude comentárselo a mi madre diciéndole “Necesito inspiración”. Es aquí donde pasó un ángel y dijo amén. Ya que el martes 09 de carnaval iba llegando junto con otros dos amigos a una casa que habíamos alquilado en Ocumare de la Costa, Aragua. Y pasó, pasó que hemos escuchado como un motorizado reducía la velocidad -es aquí donde hago mi oración a San Miguel Arcangel- y escuchar como el que conducía una típica Bera le decía al parrillero “Bájate, bájate, bájate”, es ahí donde se baja con el arma y le quitan el bolso a uno del grupo, lo más irónico es que ya ellos habían pasado por nuestro lado y yo me sentí tranquilo ya que en el medio de ellos dos iba una mujer. Pero no, resulta que ella solo se quedó observando como su amigo, novio, primo, hermano o lo que fuese ya que lo conocía, nos robaba. Aquí es donde se utiliza la bella frase “No confíes nunca en una mujer”.

Momento perfecto para agradecer a Pedro ya que antes de salir de casa me dijo: Deja el teléfono, deja la cartera, deja la tarjeta y solo lleva tu cédula. Es como si mi madre hubiera entrado en el cuerpo de él por unos instantes para decirme todo eso.

El susto no termina ahí, ya que resulta que en el bolso que nos quitaron solo había una cédula y aproximadamente 300BsF. –nada de dinero- ¿Por qué no termina el susto? Porque aquí si no cargas nada que te roben lo más probable es que te disparen, porque para los malandros, rateros, becerros, o como le quieras llamar es un trabajo perdido.

¿Corremos?

Faltaban solo dos cuadras para llegar a casa cuando estamos comentando que si se dan cuenta de que no hay nada del bolso se van a “arrechar”, volteo y veo una luz como a cinco cuadras, y es ahí donde comento la bella propuesta ¿Corremos?... Cinco segundos después se podía observar como tres personas corrían lo más rápido posible para llegar y abrir la puerta de la casa. Al final, era otro simple motorizado, pero es mejor prevenir que lamentar.

Llegamos, nos encerramos, pasamos nuestro momento de shock y luego empezamos a comentar, y yo solo me preguntaba una cosa… ¿Para qué co** yo andaba pidiendo inspiración? Sentí toda la ironía del mundo cayendo sobre mis hombros. Pero también me preguntaba a mí mismo ¿Esto es normal? Pero ahí inmediatamente uno sabe la respuesta, porque es que no es normal. Sabemos que en todos los países roban, pero no tanto como aquí ¿Y aún así critican a los jóvenes que se van de Venezuela por un mejor futuro? Pues no siento que sea critica, sino envidia. Ese joven que se fue no está renegando sus raíces, solo está previniendo que lo roben o que pase algo más grave que eso.

Es triste que Venezuela tenga tantas bellezas por recorrer pero no se pueda por el miedo a nunca llegar a casa.

Al final de todo esto solo queda decir la frase más sarcástica e irónica en estos momentos… “Pero tenemos patria”.


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